Rocío Jurado
4. DECIDIDA A TRIUNFAR
Después de probar las mieles del éxito con el público, en su paso por los diferentes tablaos de Madrid y haber ido subiendo posiciones en las preferencias de los entendidos, Rocío, que siempre había soñado con ser cantante, se afianzó aún más en su vocación. Ahora sabía que estaba en el buen camino, lo peor había pasado ya, y, en adelante, sólo tenía el firme empeño de llegar a ser una artista completa de reconocido prestigio, con un estilo propio que la diferenciara de las demás. En definitiva, estaba decidida a triunfar.
Ese propósito la hacía acudir a cuantos lugares era reclamada su presencia para cantar, actuar, rodar una película, participar en un concurso de flamenco, de belleza o lo que fuera. Trabajadora infatigable, no rechazaba ninguna oferta que pudiera representarle un beneficio para su carrera. Este beneficio no siempre era de dinero, ya que en ocasiones era contratada por mil quinientas pesetas por noche. Pero después de la actuación, de dinero nada de nada. Su primera actuación verdaderamente importante la realizó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, dentro del espectáculo "Pasodoble". Allí, crítica y público descubrieron el talento de aquella andaluza de Chipiona que con su voz y su cuerpo sabía conmover a las masas.
A partir de entonces, su carrera fue una ascensión constante hacia la cumbre en la que hoy día se encuentra. Las presentaciones personales, actuaciones en televisión, contratos cinematográficos, premios, homenajes, etc., se iban multiplicando. Entre aquellas actuaciones para televisión, recuerda la primera de ellas, en un programa que presentaba Joaquín Soler Serrano:
"El programa se hacía con la presencia de público en el plató. Yo no tenía un vestido adecuado que ponerme y entonces, una amiga de Concha Fernández, que en ocasiones había venido a El Duende, y que siempre había ido impecablemente vestida, se ofreció a dejarme uno de sus trajes. Naturalmente yo acepté la oferta y canté con un vestido de raso color verde esmeralda, que era precioso. Aunque me hacía un poco mayor, era muy elegante y quedé muy bien con él"
Después de aquellas primeras incursiones en distintos medios, viajó por toda España formando parte de grupos folclóricos, con ellos iba de pueblo en pueblo realizando actuaciones aquí y allá y trasladándose en unos autocares en los que "había que quemar papeles para que los cristales se deshelaran", según sus propias palabras.
Todo ello iba formando su talante artístico y le daba unas tablas y una profesionalidad que muy pronto encontraría su merecida recompensa. También recorre parte de la península con el espectáculo de Manolo Escobar y "El príncipe gitano". Con ellos aprendería los intríngulis de una compañía, cosa que le iba a servir de base para formar después la suya propia y presentar con ella el espectáculo titulado "Rosa y Aire", que iba a cosechar un gran éxito en todos aquellos lugares en que se representó.
Rocío, pese a todo, recuerda con orgullo esa etapa de su carrera, en la que todavía siendo una chiquilla ya sentía la responsabilidad de una verdadera mujer, porque era ella quien se había convertido en el auténtico sostén económico de su familia.
Contaba eso si, con la ayuda de una amiga irremplazable, la de su madre, que no dejaba que su hija mayor anduviera por esos mundos de Dios al abrigo de su propia suerte. Ella era ante todo, la primera gran admiradora de su hija, porque sabía de primera mano el valor que tenía aquella chiquilla para enfrentarse con todo aquel complejo mundo de la canción, con el temperamento, la fuerza y la constancia necesarias para vencer cuantos obstáculos se pusieran en el camino y lograr llegar a conquistar al gran público.
"Desde que nos vinimos a Madrid, cuando yo tenía quince años, mi madre y yo hemos estado siempre juntas. Ella decía que iba cuidando algo tan importante como ella misma. Yo siempre he adorado la imagen de mi madre y he necesitado de ella. Ha sido lo más grande que yo he tenido jamás"
A los dieciséis años grabó su primer disco, gracias a Paco Aguilera, un guitarrista que había conocido en El Duende y que la presentó en su primera casa discográfica. Sin embargo, sus primeros éxitos, llegarían después, de la mano de las canciones del maestro Solano a quien conoció de nuevo por obra y gracia de doña Concha Fernández, esa mujer que desde el principio supo apostar por el éxito de Rocío en aquellos momentos difíciles y sin cuya intervención quizá hubiera tenido que regresar a su pueblo.
"Nos encontramos un día al maestro cuando íbamos juntas por la calle. Ella le dijo: ésta es la sobrina de la que te hablé, canta de maravilla y me gustaría que la escucharas. El maestro le contestó bastante enfadado: ¡Déjame ya de chiquillas. Estoy hasta la mismísima coronilla de niñas prodigio. Pero Concha insistió tanto que finalmente accedió a hacerme una prueba y le gusté. Me escribió muchas canciones. La primera de ellas, la recuerdo perfectamente, empezaba así:
"Yo soy la luz de la mañan
Tú eres la piedra de un río
Yo no sé cómo te llamas
A mí me llaman Rocío"
Rocío, en aquellos años, no despreciaba ninguna oportunidad que se le presentaba para trabajar en lo que fuese, así fue protagonista de algunas películas que consiguieron un éxito de taquilla, como "Los guerrilleros" con Manolo Escobar, "Una chica casi decente", "Proceso a una estrella" y "La querida".
Al mismo tiempo, con esa energía desbordante que la caracteriza, se presentó al Primer Festival Internacional de Arte Flamenco, celebrado en Jerez de la Frontera en el año 1963 y en el que fue galardonada con el primer premio de Interpretación de "Fandangos de Huelva" y que hasta la fecha ha sido la única a quien se lo han concedido.
Tres años después del premio, en 1966, Radio Nacional de España la nombró "La Andaluza más popular del año", así como "La mejor intérprete". Este último reconocimiento fue debido al éxito de su canción "Tengo miedo", que durante varios meses ocupó los primeros puestos de las listas de éxitos de la canción española.
Lleva "Cancionera" al teatro y hace una versión para Televisión Española de "Lola la Piconera" de José María Pemán. Rocío tiene una muy buena racha de trabajo y no dice a nada que no. Por ello, al presentársele la ocasión de cruzar el charco por primera vez en su vida, lo acepta enseguida.
En efecto, sus canciones y sus discos han llegado a Hispanoamérica y desde allí reclaman su presencia. Argentina es el primer país del continente americano que la recibe con los brazos abiertos. Ese primer viaje iba a ser muy diferente de los que después seguiría haciendo, cuando ya la fama había tocado a su puerta. En aquella primera travesía tan sólo la acompañarían doña Rosario su madre, y el maestro Posada.
"Mi experiencia fuera de España fue maravillosa, estuve tres meses en Argentina en donde grabé varios títulos para la televisión de aquel país, entre ellos "Aquellos Tiempos", "De Madrid al cielo" y "La zapatera prodigiosa" de Federico García Lorca."
En 1968 viaja por primera vez a México y se presenta en "El Dorado" dejando un grato recuerdo a quienes la escucharon en su corta temporada y marcando así el precedente de artista completa y gran estrella.
Más tarde también sería solicitada en Brasil, Venezuela, Estados Unidos... y en toda América, donde cada vez los contratos son más largos e importantes y donde empieza ya muy pronto a cosechar una lista importante de premiso y galardones, a la que todavía sigue añadiendo títulos y méritos.
En ese ir y venir que desde entonces iba a quedar instaurado a un lado y otro del Atlántico, tampoco desperdiciaba ocasión alguna de promocionarse artísticamente.
Así le recomendaron presentarse a la elección de "Lady España" en 1967, cuando apenas contaba veintiún años de edad. Al principio no hizo demasiado caso, ya que consideraba que tenía que ver muy poco con su carrera artística, pero después la convencieron para que participara porque tenía muchas posibilidades de llevarse el título y esto contribuiría enormemente a difundir su popularidad en nuestro país. Desde luego, sus representantes y amigos estaban en lo cierto, la belleza de Rocío Jurado, así como su figura esbelta en la que se marcaban ya unas sinuosas curvas, la hicieron merecedora del título de "Lady España" y no sólo eso. En Cortina d’Ampezzo se celebró la final del certamen internacional, en el que quedó en segundo lugar, detrás de la condesa Dolores Augusta de Italia que se alzó con el título de "Lady Europa".
Aunque en efecto, estos concursos poco o nada tenían que ver con su carrera musical, sirvieron para darle una enorme popularidad en nuestro país y también de carta de presentación en otros muchos lugares de Europa y del mundo entero. Su intuición una vez más le había mostrado el buen camino a seguir. Y nunca se arrepentiría de haber participado en aquél certamen.
Todo ello quizá no hubiera sido posible si Rocío sólo hubiera sido una chica guapa, o un tipazo o incluso si solamente hubiera contado con una magnífica voz, como la suya. Lo cierto es que además de todo esto, ella supo crear un estilo propio que enseguida la hizo diferenciarse de las demás.
Era una época en la que había también muchas jovencitas que se dedicaban a la canción española como Marisol, Rocío Dúrcal... y por ello era tan difícil encontrar un buen hueco en ese género que comenzaba a ir a la baja. Sin embargo Rocío Jurado fue la primera que supo dar un giro a la canción española tradicional, la de las castañuelas y pandereta, la "made in Spain" vista desde Europa y América, hasta convertirla en un estilo que podía competir dentro de los "Hit Parades" de la música pop.
"Yo, que tonta no era, me di cuenta de que para triunfar, tenía que aportar algo diferente a la canción española y al flamenco. Y un día para salir al tablao, me solté el pelo ¡Madre mía, cómo se puso doña Pastora! ¡Que si en su casa nadie salía con el pelo suelto, que dónde se había visto cosa igual, que si patatín, que si patatán...!
Y es que entonces para salir a cantar y a bailar todas lo hacían con el típico moño, la flor de adorno en el pelo, el traje de volantes, el mantón...
Cuando ya empecé a cantar sola me dije: ¿por qué no canto vestida de calle, con elegancia pero con traje corriente? Y empecé a comprarme los trajes en Balenciaga y en Coco Chanel, y a peinarme en Durán o Carita, me teñí el pelo de color caoba y me colocaba minifaldas y chales y plumas... estábamos empeñadas hasta las cejas, pero poco a poco fui imponiendo mi estilo"
Y naturalmente lo supo imponer, aquello que de entrada iba a causar estupor en el mundo de las llamadas folclóricas, muy pronto iba a ganar adeptas y a ser imitado por todas las demás, su estilo quedaba ya definido por ella misma "intérprete moderna de canción española".
Precisamente uno aquellos vestidos iba a causar el mayor escándalo que se recuerda de aquella época en televisión, en que la censura prohibía que saliera en la pequeña pantalla escotes demasiado pronunciados o faldas demasiado cortas.
Era la noche del 12 de abril de 1974, cuando la mayoría de hogares españoles conectaban con el único canal de televisión de que disponían sin dar crédito a sus ojos: un vestido, que si bien tenía un generoso escote, aún era más atrevido por la espalda. Aquello armó un revuelo tremendo y dicen que fue la causa última de que más tarde saltaran tres ministros.
"Toda España se echó a la calle- explica divertida la cantante- escribieron y mandaron telegramas, llamaron y amenazaron, hubo un mogollón tremendo a consecuencia de lo que se formó por un centímetro más o menos en mi traje color verde manzana, que aunque tenía mucho sexy, como me gustan a mi, tampoco era tan espectacular como lo pusieron entre todos"
La verdad es que el famoso vestido pasó censura. Junto con otros tres tuvo que probárselos ante un censor, que dio el visto bueno a los cuatro trajes. El vestido color verde manzana que causó el escándalo llevaba un tul que cubría todo el escote y por ello "pasó censura", lo que ocurrió fue que con los focos del plató, el tul se quedó completamente transparente y por ello parecía que no llevara nada.
"Desde entonces me ponían de todo para taparme los escotes, cada vez que salía en televisión: flores, velos, chales... lo malo era cuando me ponían la primera flor de plástico que encontraban en un florero, en más de una ocasión, el rabillo de la dichosa flor era demasiado largo y el tallo me iba haciendo cosquillas mientras cantaba a lo mejor una canción muy trágica, con lo que me cogía una risa tremenda"
Pero no había duda, Rocío había roto el molde, después de aquel involuntario escándalo ya no quedaba nadie que no conociera el nombre de Rocío Jurado, y al otro lado de nuestras fronteras también era cada vez más requerida para cantar, actuar y recibir premios. El primero de ellos le llegó en México en 1973, en donde la crítica especializada la nombró "cantante extranjera de mayor impacto en México".
Su nombre empieza a describir con mayúsculas y en letras muy brillantes. Todo por cuanto había luchado estaba a punto de llegarle.
www.lamasgrande.es
